En 1686 el papa Inocencio XI
declaró: "La música es totalmente dañina para la modestia que corresponde
al sexo femenino, porque las mujeres se distraen de las funciones y las
ocupaciones que les corresponden. Ninguna mujer con ningún pretexto debe
aprender música o tocar ningún tipo de instrumento musical".
Aún así,
mujeres como Clara Schumann o Fanny Mendelsshon alcanzaron un cierto respeto
dentro del mundo masculino de la composición musical. Fanny, la hermana mayor
del famoso compositor Félix Mendelsshon, lo hizo además en contra de la opinión de su
abuelo, el docto filósofo Moses Mendelsshon, que dejó dicho: "El saber
moderado sienta bien a una dama, pero no la erudición [...] Las mujeres pueden
llegar a igualar e incluso superar intelectualmente a los hombres, pero como la
biología ha impuesto que ese progreso intelectual se realice a costa de sus
funciones reproductoras, corresponde condenarlas por razones biológicas".
Todavía a principios del siglo
XX, el insidioso y misógino director de orquesta británico sir Thomas Beecham se
atrevió a afirmar: "No hay compositoras, nunca las hubo y posiblemente
nunca existirán".
Hoy recordamos a dos compositoras
francesas que desmintieron rotundamente al británico.
Cécile Chaminade (1857–1944) nació en Paris y estudió música con su
madre y algunos profesores famosos, como Benjamín Godard, pero no de manera
oficial, ya que su padre desaprobaba esta dedicación. A los ocho años componía
música sacra y le fue posible interpretar una de sus piezas ante Georges Bizet,
que quedó impresionado por el talento de Cécile.
Ofreció su primer concierto a
los dieciocho años, obteniendo un éxito que le permitió realizar varias giras
por Francia, y en 1902 hizo su debut en Inglaterra.
En 1908 visitó los Estados
Unidos, y sus composiciones alcanzaron una gran popularidad entre el público
norteamericano. En Francia fue condecorada con la "Legión de Honor",
la primera vez que se concedía este honor a una mujer compositora. El músico
Ambroise Thomas dijo de ella: "No es una mujer que compone, es un
compositor que es mujer". Sin embargo, después de su muerte en 1944, sus
composiciones cayeron en el olvido y dejaron de ejecutarse.
La música de Cécile Chaminade es
muy melódica y accesible, en el estilo tardorromántico de la música francesa.
Su obra más conocida es el "Concertino para flauta", de la que,
incluso en la era digital, existen escasas grabaciones.
El pianista canadiense Marc-André Hamelin interpreta las deliciosas variaciones "Thème Varié".
Nadia Boulanger nació en Paris, en 1887. Su padre, Ernest Boulanger, fue un destacado
pianista, y su madre, Raissa Myshetskaya, una princesa rusa.
En sus primeros
años a Nadia le asustaba la música y corría a esconderse durante las frecuentes
veladas musicales que se celebraban en su casa. Sus padres no acertaban a
explicarse esta reacción, pero cuando la madre de Nadia volvió a quedarse
embarazada la respuesta de la niña a la música cambió: "Un día oí una
campana de fuego. En vez de llorar y esconderme, empecé a pulsar el piano y a
reproducir sonidos. Mis padres no salían de su asombro". Nadia tenía
entonces cinco años.
Desde entonces se dedicó a la
música. Se graduó con honores en el Conservatorio de Paris y estudió
composición con Gabriel Fauré. Empezó a componer, pero pronto, en contra de la
opinión de su maestro, decidió dedicarse a la enseñanza. "Si algo tengo
perfectamente claro, es que toda la música que he escrito es inútil".
Nadie pudo convencerla de su error.
Pero si como compositora no quiso
destacar, como profesora de música fue excepcional. Su fama se extendió a
Francia, Inglaterra y los Estados Unidos. Compositores e intérpretes que luego
se harían famosos, como Aaron Copland, Roy Harris, John Eliot Gardiner, Elliott
Carter, Daniel Barenboim, Philip Glass y Astor Piazzolla, fueron alumnos suyos.
Nadia Boulanger fue la primera mujer que dirigió grandes orquestas, incluyendo
la Orquesta Sinfónica de la BBC y las Filarmónicas de Nueva York y Filadelfia,
estrenando obras de Copland y Stravinsky.
George Gershwin la visitó en 1927 para
aprender composición, pero después de media hora con el americano Nadia le dijo tajantemente:
"No tengo nada que enseñarle". Gershwin contó cientos de veces esta
anécdota.
Nadia Boulanger murió en 1979. El
compositor norteamericano Ned Rorem dijo de esta mujer: "En lo referente a pedagogía musical -y
por extensión a la creación musical - Nadia Boulanger es la persona más
influyente que haya existido".
La "Fantasía para piano y orquesta" es una de las pocas obras grabadas de Nadia Boulanger.