viernes, 9 de enero de 2015
Lenguaje corporal
Fíjense en la fotografía, viene en El País de esta mañana.
Así, a bote pronto, uno se pregunta, ¿de qué se ríen estos señores? El de la
izquierda es Piketty, un economista francés que ha escrito un libro sobre la
desigualdad. El de la derecha es Pedro Sánchez, Secretario General del PSOE. Observen
que ambos van trajeados de manera similar, lo cual podría sugerir un acuerdo previo
("Chaqueta oscura y sin corbata, ¿te parece?" "Sí, mejor sin
corbata"). Ambos se miran con familiaridad, como si se conocieran de toda
la vida, aunque sabemos que no es así, pero el señor Sánchez, haciendo gala de
campechanía autóctona, casi parece que va a darle una toba al francés en algún
área delicada.
El señor Piketty ha venido a España para hablar de su libro
y hacerse una foto con algunos políticos. En su libro dice que la desigualdad en
el momento actual es exagerada, y para solucionarlo propone crear "un
impuesto global y progresivo sobre el patrimonio a nivel mundial". O sea,
que paguen más los más ricos y además progresivamente. Hombre, a mi me parece
que eso no es muy novedoso, ya lleva un tiempo pidiéndolo la gente normal, pero
este señor lo explica con fórmulas. El señor Sánchez por su parte propone crear
"un Estatuto de los Trabajadores que tenga rango de ley, pero alma de
pacto" (sic). Alguien le pregunta si establecería un impuesto del 80%
sobre el patrimonio para las rentas más altas, tal y como propone el profesor
Piketty. Y Sánchez contesta: “Un impuesto del 80% no, pero sí uno que garantice
la equidad y justicia social (sic)".
En resumen, están hablando de la crisis,
de la pobreza, de la desigualdad, del hambre en el mundo... Pero entonces, ¿de
qué coño se ríen? La sonrisa del señor Piketty es más controlada, insinúa un
ligero desconcierto, pero la del señor Sánchez es abierta, jubilosa, una
sonrisa polivalente ya que es la misma que exhibe en todas las fotos. Uno
piensa que para hablar de la desigualdad tendrían que tener un semblante más severo,
acongojado si me apuran. Es como si uno fuera a dar el pésame a una viuda
riendo a carcajadas, no sería correcto, y quien dice una viuda dice una familia
desahuciada o un parado de larga duración o un joven mirando al futuro.
Pero
claro, los personajes públicos tienen que aprender a sonreír aunque acaben de
tragarse el sapo, y mejor si es una sonrisa caudalosa como la del señor Sánchez.
Supongo que a los políticos les enseñan lenguaje corporal, que lógicamente
incluye un manual de la sonrisa, aunque haya políticos con la desgracia de no
tener una sonrisa fotogénica, como por ejemplo el señor Rajoy o el señor
Llamazares. Si la instantánea de El País incluyera globos de diálogo, como en
los comics, podría uno imaginar las palabras que acompañan a las sonrisas, tal
y como se observa en la segunda foto. De ser así, quedaría explicado por qué se
ríen.
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