sábado, 5 de abril de 2014

Mis flamencos azules. Cuadro de Ana Ordoñez


Epílogo (continuación)

Primero los obituarios; después los artículos evocativos ("Sí, aquel día nos tomamos un café...; yo fui testigo de su indignación...; pues a mí me dijo..."); los comentarios laudatorios y los levemente críticos; después o al mismo tiempo las tertulias televisivas y radiofónicas con los "expertos" habituales. Añadan un conglomerado de twitters y facebooks variopintos y tendrán la semblanza del héroe. Pero aún queda el plato fuerte: la novelización lucrativa del personaje. Son esos libros ya escritos y guardados en el congelador esperando de manera vultúrica el deceso del héroe. Libros de páginas milenarias escritos por narradores omniscientes que se atreven a decir lo que pensaba el protagonista en tal situación o el diálogo secreto que mantuvo en determinado momento. Puede que me lea alguno de esos biopics -como si me leyera una novela de ciencia-ficción-, pero solo si puedo descargar gratuitamente el libro.

 Omar Al Khayyam dijo: "¿De qué sirve resucitar si todos continúan viendo al muerto?"