martes, 25 de febrero de 2014

Hora punta


Foto modificada. Fuente: Google

Los enamoramientos

Empezaré por decir que la novela Corazón tan blanco, de Javier Marías, me pareció innovadora y disfruté leyéndola. Luego he leído algunas cosas cortas de este escritor y he empezado alguna novela que, honestamente, no he podido terminar. Hace unas semanas se publicaba la noticia de que Javier Marías era finalista al premio de la crítica en Estados Unidos por su novela Los Enamoramientos. De antemano felicito al escritor y espero que gane. Y si no gana, lo felicito igualmente por figurar en esa lista. No obstante, en su día leí esa novela y no me gustó.

Lo que me asombra de Javier Marías es las pasiones antagónicas que suscita: o se le ama o se le detesta. ¿Cómo es posible que lectores bien formados, generalmente cultos y objetivos, españoles o extranjeros, puedan tener opiniones tan contradictorias sobre este autor? Yo no creo estar en ninguno de los dos extremos, pero la novela Los Enamoramientos, que empecé a leer con ilusión, me pareció aburrida y mal redactada; sus personajes retóricos y plomizos; sus digresiones filosóficas  vacías y llenas de obviedades; el ritmo narrativo inexistente y el lenguaje inapropiado. Marías construye su novela sobre un asunto interesante y actual: cómo se diluye la responsabilidad moral de un crimen cuando se comete a través de dos o más intermediarios. La idea es buena, su desarrollo defectuoso. Impregna todo el relato una reflexión rancia, como de otro tiempo, que alcanza también a los personajes y los hace dialogar y comportarse desfasados con respecto al momento presente.

Esta es mi humilde opinión. Sin embargo el libro tuvo un gran éxito comercial y de la crítica, y ahora ha sido nominada para un premio en EEUU. ¿Estaré totalmente equivocado y soy incapaz de comprender que Marías es un genio?


Nota: En un artículo reciente Marías vuelve a la carga con las descargas gratuitas de sus libros, que al parecer  van en aumento en "este país chorizo", y además se queja de que los derechos de autor caduquen a los 70 años de la publicación de un libro. A los que afirman que la cultura debería ser universal y gratuita, los machaca diciendo que si los estados satisficieran esa demanda "el mundo sería hoy mucho más ignorante, más pobre, más triste y más lerdo".