sábado, 14 de diciembre de 2013

Botellas


Últimas lecturas


He leído de manera sucesiva, aunque sin intención, dos novelas que se desarrollan en Israel y que, de manera inevitable, tienen como música de fondo el conflicto palestino israelí. La primera narración, "El Atentado", está escrita por un árabe, un ex-militar argelino que firmaba sus libros con un pseudónimo femenino, Yasmina Khadra, por miedo a la censura. El autor de la segunda novela, "El Amante", Abraham Yehoshua es judío. Estos escritores tienen en común su rechazo de la violencia, la idea de que el conflicto entre árabes y hebreos debe terminar y que ambos pueblos pueden convivir en paz. Pero ni siquiera en sus libros logran formalizar esa utopía.

En la novela de Yehoshua, los personajes árabes que viven en territorio israelí, son tratados con respeto, con afecto incluso, pero es imposible no percibir un sentimiento de condescendencia hacia ellos: son buenos, amistosos, trabajadores, pero irremediablemente inferiores. El libro de Khadra cuenta la historia de un médico árabe, integrado en Israel, cuya esposa se inmola en un atentado suicida. El autor, a través de sus personajes, desaprueba esa violencia, pero no puede evitar transmitir una justificación subliminal del atentado. Es triste, pero erradicar ese antagonismo geográfico, consecuencia de decisiones políticas equivocadas, parece imposible incluso en la ficción.


Para contrarrestar el posible pesimismo que inspiran estos temas, les propongo escuchar la música de Ludovico Einaudi, un compositor italiano actual al que no le importa definirse como minimalista.