viernes, 11 de octubre de 2013

Nocturno azul


La sombra del Scartaris

En la novela “Los Enamoramientos”, Javier Marías habla del olvido de Julio Verne en estos tiempos, nostalgia que comparto. También Almudena Grandes ha recordado a este escritor en su libro, "El lector de Julio Verne". Quizás Verne no fue un gran novelista, en el sentido literario de la palabra, pero escribió relatos maravillosos. Se ha dicho que sus personajes suelen ser planos, que el bien y el mal están referidos a arquetipos, que no refleja apenas pasiones humanas  y que no hay en su prosa ninguna intención de innovar. 

Siempre he pensado que nada de esto le interesaba al escritor francés. Construía sus relatos sobre un motivo científico que daba a conocer, o si ya era conocido lo ampliaba, y todo lo demás apenas le importaba: la trama, los personajes, el planteamiento y el desenlace de sus novelas surgían en función del leitmotiv científico. Motivo científico, pero también curioso, como podía ser atravesar la estepa siberiana o viajar en globo. A mí, sus novelas menos “científicas”, “La Vuelta al Mundo en 80 días” y “Viaje al Centro de la Tierra”, son las que más me gustaron, sin perjuicio de que muchas de las “científicas” fueran de igual modo entrañables. 

A menudo se califica a Julio Verne de precursor y padre de la Ciencia Ficción -junto a H.G. Wells, Olaf Stapledon, C.S. Lewis o Edgar Rice Bourroughs- lo cual es erróneo. Julio Verne no profetizó nada, siempre escribió sobre hechos científicos ya demostrados o a punto de demostrarse y, salvo error u omisión, jamás situó sus personajes en el futuro, ni lo utilizó para extrapolar de una época a otra nuestros conflictos sociales, y nunca habló de vida extraterrestre. 

A su manera, Julio Verne fue único y sus libros -al menos muchos de ellos- iluminaron mi infancia.